jueves, 22 de octubre de 2009

-OPINION PERSONAL-


... Por dos horas fui felizmente un "hippie".

Dos buenos amigos me regalaron la entrada a una matiné de "Hair". Les había dicho que tenía ganas de verla sobre todo porque sabía que originalmente era una puesta en escena para un festival y que después se había mudado a Broadway y había ganado el Tony al mejor "revival". Quiero decir que ha sido uno de los mejores regalos que he recibido en mi vida.

Yo llegúé esa tarde al Teatro Hirshfield sabiendo cuatro cosas: que era una obra hippie, una crítica a todas las estructuras, que tenía una musica extraordinaria y que había sido una obra que en los sesentas inovó involucrando a la audiencia.

Las cuatro cosas que sabía eran ciertas, pero no suficientes.

El elenco estaba compuesto por alrededor de 25 actores, todos jóvenes, todos joviales, todos vestidos con ropa sesentera muy arreglada en estética a los tiempos modernos.

El playbill pone más atención en el signo zodiacal de los actores que en su trayectoria artística, en su momento me generó conflicto, después se me hizo hippie, original y completamente congruente con la propuesta escénica.

El telón fue sustituído por una manta enorme en la que una luz robótica proyectaba un "planeta de colores psicodélicos" entre azules profundos, morados y amarillos. Cuando la orquesta empieza a interpretar el primer tema de la obra "Acquarius" el telón cae y empiezan las sorpresas, una chica afroamericana llamada Sasha Allen hace quizá la mejor interpretación de este tema que he conocido en años.

Cuando la canción termina se presenta uno de los personajes centrales de la obra: Berber, interpretado por Will Swenson, y a diez minutos he perdido prejuicios y complejos morales; el personaje me ha ido llevando al mundo juvenil de los sesentas y sencillamente me ha dicho que no pasa nada por reirme de todo lo que está a punto de suceder.

"Hair" tiene una estrella, indiscutiblemente el director, que a pocos minutos me ha llevado a donde ha querido y seguirá rompiéndo mis esquemas hasta que acepte formar parte de "la tribu".

En septiembre de 2007 "Hair" el club nocturno "Joe's Pub" celebró los 40 años del musical "Hair" con tres funciones breves en el Teatro Delacorte al aire libre en Central Park, Nueva York. Diane Paulus fue la directora y Will Swenson interpretó desde esa priemra vez el personaje de "Berger" que todavía interpreta en Broadway.


Nueve meses después "Public Theater" hizo una pequeña temporada en el Delacorte, nuevamente dirigida por Diane Paulus y con coreografía de Karole Armitage.

Paulus y Armitage también trabajaron en el traslado al teatro Al Hirschfield de Broadway en marzo de 2009. Desde la segunda canción del musical, "Dona", la compañía hace un constante despliegue de energía en bien sincronizadas y ritmicas coreografías que hacen de este montaje una propuesta jóven a pesar de sus cuarenta años de antigüedad.

Paulus logra dos efectos que todavía me tienen conmovido en el escenario, miré a todos los miembros de la compañía con la energía de las compañías amateur que ponen toda su emoción y entrega en una "única función" y el profesionalismo de Broadway.

El segundo efecto es que hoy todavía, podría jurar que todos los elementos del "cast" están plenamente comprometidos e identificados con la filosofía y la identidad del musical. Esa tarde salí del teatro "flotando" en amor y con el sentimiento de haberme sentido mirado, comprendido y "amado" por la tribu.

En el traslado a Broadway Gavin Creel se incorporó a la compañía; Creel es una imagen de jóven moderno, probablemente quien dirigiera la versión del siglo pasado no pensaría en él para "protagonista"... sin embargo ver un rostro "moderno" en el centro del conflicto, me parece un acierto porque ayuda a compenetrarnos mejor en la historia.

Dos actores robaron en especial mi atención, Bryce Ryness por la capacidad de proyección que tiene y la facilidad con la que lo vi interactuar con la gente; y Kacie Sheik que interpreta a una chica embarazada con tal convencimiento que uno jura que es una embarazada bien involucrada en el movimiento.

La obra se suspende en dos ocasiones por intervenciones Andrew Kober disfrazado de recatada mujer que sube al escenario a quejarse por el contenido de la obra. Andrew Kober es también uno de los mejores elementos del elenco.

Tres momentos soberbios en el musical:

El final del primer acto termina con un desnudo total de parte de la compañía, la letra de la canción dice "Where Do I Go"...es un lamento por la falta de rumbo, líderes, historia, patria, los cuerpos desnudos reflejan esto... la ausencia de un sentido. La iluminación no permite morbo, acomoda los colores como en una obra de arte, los hombres y mujeres se muestran vacíos, solos, desprotegidos.

Todo el tiempo hay actores corriendo en los pasillos del escenario, el segundo acto termina con la compañía tocando las puertas de salida de emergencia para que les abran y los dejen entrar, el público recibe flores, volantes para ir a marchas de protesta, abrazos, cariños... el público es parte de la tribu.

El final, la gente sube al escenario, no uno, no dos... el escenario se llena de gente, el elenco baja al público, todos de pie, el teatro entero canta "Let the sunshine in...". (primera y quizá unica vez que un servidor ha pisado un escenario en Broadway...)

Estos detalles hacen una buena velada, un rato extraordinario y sobre todo son un gran indicador de que el clásico "Hair" está en buenas manos, manos que la mantienen jóven, fuerte, actual, irreverente y "brillando".

1 comentario:

Anónimo dijo...

De todo el sinnumero de las obras de Broadway en cartelera, Hair me llamo la atencion porque yo naci al momento en que surgio el movimiento Hippie, mi infancia se caracterizó por observar las modas de los adultos jovenes y las canciones que hicieron epoca. A partir de esa generacion, el siglo XX tendria le ultima revolucion que cambiaria al mundo. Vale mucho la pena verla.

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